VIAJE POR LA COSTA MEDITERRANEA DE TORTOSA A BENICASIM

Esta aventura de viajar en bici por la costa de Castellón llevaba varios meses en la nevera. Se trataba de unir tramos de otras excursiones, y de explorar esos «empalmes» que por referencias sabia que eran ciclables. También era una forma de lanzar un mensaje al viento de ese sueño que tengo: que algún día esta ruta mediterránea nuestra sea una vía cicloturista. La idea ya existe y se llama Eurovelo 8 .

Nosotros, que ya hemos pedaleado el litoral de Castellón, sabemos que es muy fácil y bonito recorrer toda su costa en bici. Sin dejar de ver el mar puedes empaparte de un patrimonio histórico, cultural y natural muy rico. Regularmente leo noticias de que se quiere apostar por el cicloturismo en la comunidad valenciana. Pero claro, el político de turno busca el titular de prensa desde su despacho, sin saber que con una inversión pequeña, se podría lograr una ruta de primera clase. Espero que esta crónica pueda servir de inspiración a alguien que quiera pedalear o materializar esta ruta por la costa mediterránea.

Pese a que la idea del viaje estaba en la cabeza, se trataba de encajar todas las piezas. Que mi hijo no tuviese exámenes, buena previsión meteorológica y no tener yo otros compromisos. La intención inicial era ir con el remolque y los trastos de cámping, pero al ser octubre y estar mal el tema de llegar a un cámping el primer día, decidí dormir de hotel. Esto tenia de bueno que con la cartera, el móvil, un cepillo de dientes, y una muda….pasábamos. Por contra había que establecer las etapas y reservar alojamiento (low cost en nuestro caso).

TREN REGIONAL VALENCIA TORTOSA

Cuando el político habla de promocionar cicloturismo piensa que con cuatro señales, un pavimentado allá y una web acá….basta. Y un aspecto importante en una vía cicloturista es como llegar o volver de la ruta en transporte publico con tú bici. Lo digo porque todo el que viaja en bici, sabe que en España está fatal el tema. En nuestro caso solo teníamos la opción de tomar un tren regional de Valencia a Tortosa. Permite llevar bicis, pero solo hay tres o cuatro al día, una oferta muy pobre.

Poco antes de las 16:00 estábamos el viernes en el anden de Vila-real como el que se va de despedida de soltero. Desde luego no esperaba encontrar un tren petadísimo de jovencísimos universitarios que volvían a casa el fin de semana y buscar ahorrar unos euros en el billete. Todos bajaron en la estación de l´Aldea para tomar otro regional que les llevaría a Barcelona. Nosotros continuamos hacia Tortosa mientras que veíamos el camino que teníamos que desandar para volver hasta Amposta. El motivo de hacer este tramo es que en Tortosa acaba la vía verde que baja desde Alcañiz, y esta es la primera parte del recorrido que lo continua hasta el mismo Mediterráneo, en Riumar.

CAMINO DE AMPOSTA

Unos minutos antes de las 18:00 estábamos pedaleando hacia Amposta con poco más de una hora de luz. Tras los típicos despistes, llegamos a una rotonda con mucho tráfico (C-42) que cruzamos a pie para llegar al camino natural de Tortosa. No esperes un carril bici. Era un estrecho y tranquilo camino rural, por donde encontramos algún coche que nos adelantó de forma correcta. El recorrido estaba muy bien señalizado, con bicis pintadas en el suelo y diversa señalización horizontal.

Muchas veces llevábamos al lado el canal izquierdo del Ebro, y en algunos puntos pasábamos junto al rio. Tuvimos que hacer un par de paradas para disfrutar del río Ebro al atardecer de otoño. Tan bello, que daban ganas de navegarlo. Especialmente porque no había viento, muy tontorrón en este tramo del río.

El puente del tren y la autopista rompían el curso y encanto de este camino centenario. Para salvar estos obstáculos unas indicaciones nos llevaron por unos caminos de servicio, que mueren en una rotonda desde la cual ya se ve el puente que da acceso a Amposta. Para mi el más chulo de los que cruzan el Ebro. La luz se apagaba y no nos encantamos en buscar nuestro refugio: Amposta Park. Es un centro deportivo pensado para la muchachada a las afueras donde cenamos, dormimos y desayunamos por 63 euracos. Mi hijo se emocionó porque nos abrieron e iluminaron un campo de fútbol para jugar. Yo cual Ulises puse el cerrojo y atranqué la puerta para no pensar en las colegialas que estaban fuera de fiesta con las hormonas desmadradas.

DE AMPOSTA A SANT CARLES

El sábado amaneció nublado y frío. A eso de las 10 estábamos pedaleando. Se trataba de llegar al rio, y sin cruzar el puente buscar el canal de la margen derecha. A la izquierda, iba una estrecha carreterita, y a la derecha del canal de la derecha (valga la redundancia) va el camí de sirga. Es un camino de tierra prensada, flanqueado por palmeras y muy «bike-friendly». A la izquierda teníamos la amplia llanura del Delta con arrozales, y a la derecha la mole del Montsia. Podríamos haber estado mucho rato así, pero ante nosotros se puso a tiro Sant Carles de la Rápita, tomando unos metros la carreterita mencionada. Dimos una pequeña vuelta por el puerto pesquero y tomamos un refresco.

RODANDO POR EL MEDITERRÁNEO

A partir de aquí, ya empezamos una filosofía de viaje. Aprovechando que era octubre y no había gente, pues circulábamos en ocasiones por lugares que no debíamos. Es decir, paseos marítimos y zonas peatonales. Se trataba de buscar el camino mas corto y seguro, y de disfrutar del placer de pedalear con el mar al lado. No está bien, pero no molestamos a nadie. Pero eso de ser los amos de la costa pronto se iba a terminar, porque la gente no hace muchos años tenia la manía de construir sus chalets de forma que podían saltar de la cama al mar sin trampolín. Esto nos obligaba a dejar la orilla del mar, y buscar el camino tierra adentro.

Primero por una carretera local, y luego a la altura de la fabrica de cemento, por la nacional 340. En ambos casos el arcén es ancho, y el tramo corto. Pero los camiones a 90-100 km/h acojonan cuando te pasan y cruzar la N-340 es peligroso. Si alguien se plantease hacer una ruta cicloturista por la costa, debería poner solución para pedalear de forma segura y segregada a las afueras de Sant Carles de la Ràpita.

Con mucha precaución volvimos a salir de la peligrosa nacional 340 para entrar en les Cases d´Alcanar, pueblecito costero de casas blancas y que tiene fama por lo bien que se come. Si había estado alguna vez era de muy pequeño, pero el sitio me encantó. Nos encontramos con algunos búnkeres de la guerra civil, que se construyeron por el bando nacional para repeler desembarcos. Algunos ya acosados por las olas lo que indica que en algunos puntos de la costa la gente no buscaba el mar. El mar ha venido a buscarlos. Y eso ha sucedido por construir puertos artificiales. Y es que esta zona como pudimos comprobar tiene puntos de fuerte regresión.

Disfrutamos del tranquilo camino asfaltado y del mar hasta llegar a la desembocadura del rio Senia, frontera natural entre la la comunidad catalana y valenciana. De momento no hay aduana ni la están construyendo. Solo me sabría mal porque si la hiciesen harían tabaco este espacio natural con puticlubs, gasolineras, y dios sabe que.

JUGANDO CON LA N-340

El camino nos volvió a arrojar a la nacional 340, y aunque fuimos poco trozo tuvimos que pasar el trago de cruzarla dos veces. Entramos por el norte de Vinaroz y por un camino de asfalto flanqueado por chalets, llegamos hasta el pueblo. Este trozo se nos atragantó un poco porque estábamos cansados e intentamos ir por la orilla del mar cuando los chalets y la erosión del mar nos dejaban.

Después de hacer varias veces aquello de «en el siguiente xiringo paro» nos quedamos en uno al norte de Vinaroz pueblo, con unas preciosas vistas de la famosa y polémica plataforma Castor. Continuamos luego hasta Benicarló por el camino de la costa e hicimos una nueva parada. A partir de aquí hubiese podido apagar el GPS porque ya lo teníamos re-que-te-pedaleado hasta Valencia. Es por eso que ya solo teníamos ganas de llegar por el carril bici costero hasta Peñíscola.

El día se había vuelto a cerrar y refrescaba. Si no conoces esta ciudad tiene un valor histórico y monumental internacional. Nosotros nos alojamos en el Mare Nostrum, un hotelito pequeñito y muy aseado donde por 45 eur dormimos y desayunamos. Está a pocos metros del casco antiguo con lo que para cenar nos perdimos entre las paredes encaladas de Peñíscola.

POR LA ORILLA DE CASTELLÓN

El domingo salió despejado y soleado. El mar estaba estupendo para navegar en kayak. Es lo que tiene tener el corazón partido entre la pala y el pedal, que siempre piensas «podría haber hecho casi lo mismo con el kayak». Nuestro próximo objetivo era Alcocebre, pero para ello teníamos que cruzar la Serra d´Irta, parque natural. Aquí cuento más de otras veces, pero son 17 kilómetros con costa bastante virgen, y por la que circula un camino de tierra. La pena es que al acceder coches se llena de domingueros, destrozan algunos puntos del camino y resta encanto si caminas o pedaleas. Algunas rampas están con hormigón, pero algunos puntos son mas de Mountain bike. Para este tramo conviene llevar algo de taco en la rueda o pasar despacio.

Nos costó un poco mas de lo que esperaba, pero llegamos para almorzar a Alcocebre. Como siempre que viajamos, vamos a un ritmo tranquilo. Haciendo bastantes paradas, y picando algo. Por eso volvimos en media hora a ponernos en marcha, y pedalear por el paseo para no perder de vista el mar. Cuando este se acabó antes de tomar el camino asfaltado, aprovechamos la playa semi-desierta para pedalear por la orilla del mar, por donde la arena es firme. Un gustazo para los sentidos que nunca querrías que acabase. Pero se acabó y continuamos por el camino asfaltado hasta Torrenostra. Pese a ser domingo era raro cruzarse con coches, con lo que no es mal sitio para pedalear con niños.

CRUZANDO EL PRAT DE CABANES

Otro descanso y retomamos la marcha. Teníamos por delante el Prat de Cabanes, zona húmeda que es otro parque natural. Es un laberinto de caminos pero nosotros decidimos buscar los mas directos y asfaltados, aunque nos perdiésemos los observatorios de aves. Como casi siempre que vamos por aquí paramos a descansar y tomar algo en Casa Artemio, en Torrelasal. Y de nuevo no pudimos desaprovechar la oportunidad de pedalear a un palmo de la orilla, hasta donde los guijarros dejasen. Los turistas guiris nos miraban con una mezcla de envidia y asombro.

Solo quedaba cruzar Marina D´or donde a veces hay tráfico de coches y el tema de atravesarlo en bici está muy mal resuelto con una acera estrecha pintada de verde. Pero es que estamos hablando de Oropesa el pueblo mas caníbal con su propia costa, y un ejemplo de no-sostenibilidad-urbana. Esta falta de visión dificultaría el crear un vial ciclista que uniese el camino que traíamos en nuestras piernas, con el que nos quedaba: la vía verde del mar. Ya pocos kilómetros nos faltaban y la vía verde pasó saboreando los metros finales. Nuestra meta estaba en Benicasim, donde mi mujer nos esperaba. Teníamos un par de horas de luz, que no hubiesen dado para los 25 km que nos faltaban hasta Vila-real. Pero ya llevábamos es día 56 en las piernas, y nuestra filosofía es pasarlo bien, no sumar kilómetros , perderte otras cosas del camino o sufrir.

RUTA DE COSTA MEDITERRANEA

Espero haberte descubierto una ruta fácil para viajar con muchos atractivos. Si tienes fuerzas y ganas te puedes plantar con facilidad en Valencia. Si en vez de salir de Tortosa, prefieres empezar desde Tarragona, lee ésto. Si eres de los que mandan, darte un toque para que veas que aquí hay materia prima, para con muy poco, montar una ruta cicloturista que seria famosa en toda Europa. Mar, bici, playa, naturaleza, historias, gastronomía….puedes imaginar más ??? En todo caso, si quieres que te cuente más cosas, ya sabes, manda un mail.

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