PROVENZA Y LANGUEDOC

En este viaje hemos conocido la Provenza en Francia. O al menos un parte de ella. Una zona cerca de España donde el Ródano y los Alpes se unen con el Mediterráneo. Una zona llena de rastros romanos y de patrimonio histórico que aumentan la belleza de los viñedos y humedales que fueron el fondo de esta ruta de alforjas. Encontrar campings no es un problema con lo que si optas por la tienda de campaña, la flexibilidad y posibilidades son brutales.

El momento elegido ha sido la última semana de septiembre, aunque se puede hacer casi todo el año. Puede que el calor y los mosquitos desaconsejen los peores momentos del verano. Y en la costa y valle del Ródano hay que vigilar el viento que puede ser duro. Por eso siempre que puedas ve del norte hacia el sur para llevarlo a favor si se presenta.

Nuestra idea inicial era hacer la eurovelo 3, por la parte atlántica francesa saliendo desde Irún. Pero la previsión de lluvia hizo cancelar esta opción, y montamos en un día una ruta circular para cinco días de pedaleo por la Provenza. Una vez más el mapa de af3v.org, nos sirvió de inspiración para definir la ruta.

EUROVELO 8 Y VÍA RHÔNA

Por la zona pasa la eurovelo 8 y la 17 (via rhona con sus dos ramales) y eso facilitaba un poco el tema. El problema vino en que para diseñar la ruta tomé como base los trayectos de Google maps, en vez de buscar tracks de otros ciclistas. Eso sobre el terreno se tradujo en algunos recorridos por carreteras poco recomendables, y no pedernos demasiadas veces las señales de la eurovelo 8 y 17. Conclusión: Google maps está muy bien para cuando nos perdemos, y nos vemos en un agujero, pero no para diseñar los recorridos más bici-friendly.

También planteamos la ruta en etapas de menos de 90 km con la idea de tener tiempo de ver sitios. Ariel es un excelente compañero de viaje, pero no es un gran madrugador con lo que era complicado estar pedaleando antes de las 10 de la mañana. El punto de salida y vuelta lo fijamos en Frontignan, que está en el Languedoc y no la Provenza. La decisión fue fácil. En el último viaje por la zona lo dejamos  en Sete. Frontignan al norte de esa ciudad era un lugar tranquilo donde dejar el coche, y bien comunicado para las bicicletas.

El recorrido circular permitía que todo dependiese de nuestras piernas, evitando la rigidez de los horarios a la hora de tomar transporte público. En todo caso hay una importante red TER (de los que dejan subir bicis sin plegar) para que montes tu propio recorrido.

LLEGADA A FRONTIGNAN

Llegamos a Frontignan y tras descargar todo el cielo soleado se tiñó de gris y truenos. Teníamos posibilidad de pedalear un par de horas para acercarnos a Montpellier, pero fuimos conservadores. Por eso nos quedamos en el camping la Lagune. Quedaba una parcelita donde los mosquitos nos esperaban en emboscada. Montando las tiendas se apropiaron de bastante de nuestra sangre, y luego el cielo cayó sobre nosotros. Viendo llover refugiados en los lavabos del camping, solo pensaba si todo aquello valía la pena. Salió un precioso arco iris que nos dio la respuesta… SI, VALE LA PENA.

Tras muchos años viajando con una tienda de campaña de 3 personas, este viaje hemos probado con dos de dos personas: la Decathlon Arpenaz y la Naturehike Star River 2. Eso nos regala intimidad a los dos (YO RONCO, solteras del mundo), y la posibilidad de que si uno de los dos liga, llevarnos el rollete a la tienda. Pero nos resta agilidad al montar y quitar el campamento, hecho que aprovecharon los mosquitos para una última ronda matutina.

PRIMER DÍA HASTA NIMES

El calor apretaba mucho, y pronto encontramos un canal navegable que nos llevó hasta Montpellier. Allí nos refugiamos en una sombra a almorzar, y los mosquitos nos volvieron a devorar. Esto sucedió en cada parada hasta Nimes. Y tuvimos que hacer unas cuantas porque el sol era de justicia. Pronto nos pusimos en modo “lleguemos ya”, y por eso no nos paramos en Sommieres, que tenía un pinta genial.

Viendo el panorama decidimos pillar un hotelito céntrico en Nimes con tal de tener tiempo de visitar el centro de esta ciudad. Y eso es lo que hicimos en un ambiente de fiestas de la ciudad. Visitamos por fuera el coliseo, y el templo. Ya no quedaron energías para más.

VÍA VERDE DU GARD

Al día siguiente pusimos rumbo hacía la ciudad medieval de Uzés. Cruzamos la garganta del Gard a través del precioso puente de San Nicolas. Me llamó la atención como el lecho de esa rambla imponente parecía alisada por titanes. En un descenso trepidante y precioso llegamos a Uzés, donde había mercado y mucho movimiento de gente. Tomamos algo, vimos el castillo y callejeamos lo que pudimos entre las abarrotadas calles. Demasiada gente.

Desandando el camino tomamos la vía verde de le Gard, que era un camino que al menos no nos hacía circular por la carretera. El plato fuerte fue llegar el pont du Gard, el imponente acueducto de casi 50 metros de alto. Como freakie del mundo romano buscamos una sombra y comimos contemplando esa maravilla que tan bien comentan aquí.

La vía verde continuaba hasta Becaurie, pero nos desviamos antes en Aramón donde nos refugiamos del fuerte calor. Con todo cerrado, ni una gota de agua y sin fuentes, solo encontramos agua en un WC público. Y allí estábamos hasta que llegaron tres apuestas y jóvenes viajeras en bici a repostar agua.

Siguieron la vía Rhona buscando el mar, y nos quedamos abobados pensando si aquellas chicas eran reales, una visión o espejismo. Para que se nos pasase la tontería, nos dirigimos en sentido contrario buscando Aviñón y entrando de pleno en la Provenza. De nuevo nos quedamos a dormir en un hostel céntrico con tal de visitar a pie, con calma y sin bicis una ciudad con tanto patrimonio. Además dimos esquinazo a los mosquitos.

TERCERA JORNADA

El tercer día salimos de Aviñón más o menos por la vía Rhona, y pronto un camino entre viñedos, y colinas nos llevó hasta Chateauneuf des Papes en una verdadera postal. Yo ya estuve en ese pueblo, y por eso seguimos hasta Orange donde almorzamos y repostamos agua y comida en una bolangerie. No dejamos de visitar el imponente teatro y arco de triunfo. Mas adelante pillamos la vía venaissia. La sorpresa vino con el precioso pueblo de L´isle sur le Sorgue. Un canal atravesaba el pueblo dando una postal brutal. Un lugar muy turístico abarrotado de gente. Ya seguimos hasta el siguiente pueblo de Cavaillon donde nos quedamos en el camping la Durance

CUARTO DÍA

El cuarto día cambiamos un poco los planes desistiendo de llegar a la desembocadura del Rhôna, para hacer menos kilómetros. De esa forma, podíamos dedicar más tiempo a las ciudades que íbamos a visitar. Una vez más por culpa de google fuimos por una carretera, en vez de por la eurovelo 8, pero es que las señales no eran claras. Así llegamos ciendo al fondo las cumbres de los Alpilles a Saint Remy de Provence, un pueblo precioso. Estuvimos dando vueltas por sus preciosas calles y tomando algo para reponer fuerzas.

Seguimos por la carretera D99 hasta que un poco cansados vimos un canal, y decidimos de forma impulsiva tirar por él. Así como forma de revelarnos de google. Fuimos entre campos muy bien hasta que nos metimos en un lío. Unas obras de la SCNF cortaban el paso, y tuvimos que meternos por un campo de girasoles y cruzar un desagüe para llegar a Arles.

Esta ciudad la recorrimos bien para conocer sus restos romanos, y comimos a la orilla del Rhôna. Con el viento a favor seguimos hasta Saint Gilles y su camping. Ya nos aparecieron los primeros paisajes de la Camarga, y fue gracioso rodar por un camino atestado de ranitas.

VUELTA A CASA

El quinto día la idea era llegar al Mediterráneo y volver a casa. Y la cosa empezaba yo vomitando y con la barriga tontorrona por algo que tomé en la cena. Por compensar llevamos el viento a favor todo el día. Tras llegar al pueblo toreador de Gallician, tomamos el canal de la Rhôna a Sete. Aquí disfrutamos de lo más chulo de la Camarga y hasta vimos caballos salvajes. Paramos en la torre Carbonniere antes de llegar a Aigües Mortes. Mi hijo alucinó con este pueblo amurallado.

Debíamos seguir la eurovelo 8 pero las señales se difuminaron. Por suerte había poco tráfico y habían varias opciones de recorrido. En esas estábamos cuando el topeak Versacage de mi lado derecho se metió hacia la rueda, y el giro de esta, lo arrancó saliendo despedido. El resto del viaje se comportó esta forma de llevar equipaje. Sin embargo cada día debía apretar los soportes que se aflojaban un poco.

Comimos en Carnon, y tras pasar el puerto deportivo, tomamos el camino de servicio del canal Rhôna a Sete, del cual no puedes salir en 20 kilómetros. El camino estaba aceptable, e incluso nos dio tiempo de hacer una parada en la Maguelone. Una hacienda sobre una colina rodeada de lagunas. Un lugar pintoresco. Después de llegar al coche, solo quedaron ganas de volver a casita.

Esta ruta como ves ofrece paisajes diversos y muy chulos. Por no hablar del rico patrimonio de sus ciudades. Nos quedamos con ganas de seguir hacia el este  y visitar el interior de la Provenza, y más concreto el Luberon. Lo dejamos para otro viaje.

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