Nuestro paso por la via verde del Carrilet, venia cociéndose a fuego lento desde hace unos meses. Casi desde aquel día que hicimos nuestro primer ensayo serio con el Trail Gator. En este viaje muchas eran las cosas nuevas, y era un paso gordo para nosotros en esto del cicloturismo familiar. Es por ello que decidí con esmero el recorrido y el plan. En un principio me resultaba tentador utilizar tres alojamientos. Nosotros iríamos a ellos en bicicleta y alguien nos llevaría el equipaje. Sin embargo ,cuando vas en familia por una zona nueva es un tanto arriesgado fijarte un destino.
Es por ello que optamos por fijar nuestra base en el camping de les Preses. Salíamos por la mañana con nuestro coche, hacíamos nuestra marcha, y cuando nos cansábamos por la tarde, telefonazo, y nos venían a buscar. Y al final ha sido lo mas sensato, y lo que nos ha salido mejor. Mas que nada por la flexibilidad que aporta, vital cuando vas con niños y debes improvisar. Además la gente del ATMA, nos ha dado un servicio estupendo, y un trato muy cercano. Ellos te lo facilitan todo…..camping, recogida, asesoramiento….tu solo pedaleas. Una alternativa es Bikefriendly kids.
COMO ES LA VIA VERDE DEL CARRILET
Por si alguien no la conoce, la vía verde del Carrilet comienza en Olot, llega hasta el mar en Sant Feliu de Guixols, pasando por esa tremenda ciudad que es Girona. En realidad comienza desde Ripoll, pero dado que el trazado no está al 100 % acondicionado, pensé que no era lo mejor para ir en familia. Saliendo desde Olot, y después de pasar les Preses, comienza una ascensión al coll d´en Bas. En esta ruta atraviesas la comarca de la Garrotxa, famosa por sus volcanes (apagados). Estos orígenes volcánicos se notan en formas caprichosas y una vegetación exuberante. La subida al coll es suave, pero puesto que no quería quemar a mi gente desde la salida (recordemos que todo hay que endulzarlo) , hicimos una pequeña trampa, y dejamos el coche en un bar de carretera llamado la Casilla. De esa forma te ahorras el grueso de la ascensión.
Con ilusión y un radiante día, empezamos lo que nos faltaba de ascensión hasta arriba del coll por la antigua carretera asfaltada. Nos encontramos con un numeroso grupo de adolescentes con las hormonas desatadas que para bien o mal nos hicieron compañía en el resto de recorrido. Tras pasar el coll d´en Bas, bajamos unas pendientes fuertes, que hay que negociar con cariño si vas con niños. Luego el asfalto dejó paso a un camino de tierra marrón muy prensada, que ya no dejaríamos en todo el día. Un suave pero largo descenso nos llevaría hasta Sant Feliu de Pallerols entre una vegetación desbordada. Mirases donde mirases, todo era verde, y solo el rojo de las amapolas, y el marrón del camino rompían ese escenario. Bueno y además unas nubes de una especie de abeja, que a mi mujer y mi hijo les hacÍan recordar que eso es la naturaleza. Que pena que tanta belleza fuese rota por el pelotón de Hannah Montana, que bajaba como si de una carrera se tratase , y casi nos arrollan en un par de ocasiones.
Paramos junto a un arroyo de unos cuantos que nos encontramos a almorzar. Intentando abrirme paso entre maraña de vegetación para llegar al agua, pasé entre unas ortigas, y me dejé las piernas buenas. Por un momento volví a la infancia y aquellos escozores que había olvidado. Aquí puedo escribir que la vía está señalizada perfecta, y que hay muchas vallas de maderas en lugares un poco comprometidos.
SALIDA DESDE SANT FELIU
Saliendo de Sant Feliu de Pallerols la pendiente se volvió a animar, y casi no hizo ni falta tocar el pedal. Estábamos por el sitio mas chulo del recorrido, el Bruguent bajaba a nuestra derecha y no había problema en disfrutar del paisaje o hacer fotos. Cada diez minutos parábamos por algo. Para coger una flor, para agruparnos , para pedir un deseo soplando una brujita, que si pipi, que si sed……. Y en esas que nos plantamos en les Planes d´Hostoles pasando primero por el imponente puente que cruza el Bruguent. Decidimos quedarnos a comer en un restaurante de comida casera (la Caseta) muy recomendable.
Casi lloro de felicidad cuando supe lo que me costaba la comida. Creo que cuando vas en familia en mas practico recurrir al picnic. Mas que nada porque comes en menos tiempo, y puedes pedalear mas. Pero también hay que ceder a aquellas reivindicaciones de «estamos de vacaciones y queremos comer sentados y de caliente».
A poco de reemprender la marcha hay una zona de descanso donde echarse en la hierba, columpiarse o comer. Continuábamos en bajada y por momentos el sol desapareció de tanta vegetación. Llegamos hasta Font Picant, donde hay una enorme embotelladora que rompe un poco el paisaje. Mi hija y yo bajamos hasta el manantial, que es bastante siniestro y sombrío. Aun así tiene su gracia beber de una fuente que lanza agua con gas. Al subir de nuevo hacia la vía verde, lo hice remolcando a mi hija, y en plena cuesta la cadena de fue a tomar por saco. Fue el incidente de la jornada, aunque la vida es para los que se preparan, y mientras mi familia daba una vuelta la empalmé (la cadena). Eso si el resto del recorrido llevaba el ojete apretado, por si se repetía.
LLEGADA A AMER
Un poco mas adelante llegamos a Amer, con su preciosa estación iluminada al sol de la tarde. Allí hicimos parada para merendar en una zona de columpios y tal. Reemprendimos la marcha, pero cual fue nuestra sorpresa al ver que la vía verde llegaba a la carretera c-63. Había que continuar por el arcén o por un desvío alternativo. Ese camino era de subidas y bajaditas, abruptas para unas piernas castigadas como las nuestras, y casi la tuvimos que hacer a pie. Un tramo comprometido para niños pequeños, que puso mal sabor final a un día genial. Volvimos a llegar a la c-63, la cual teníamos que cruzar para llegar a Cellera de Ter. En ese momento se nos abrió el cielo, y encontramos casualmente a Pere del ATMA, que nos venia a buscar con el furgón. Desistí de llegar a Cellera de Ter en bici, porque el motín familiar flotaba en el aire. Aun así nos salieron unos 28 km, un nuevo record familiar. Y al día siguiente nos esperaba una nueva etapa.