Este plan nació como muchas veces de algo simple. Una llamada de Pascui, allá por enero me preguntaba si había visto las ofertas de Balearia. Un fast ferry directo nos llevaba de Denia a Formentera, de sábado a domingo, por 80 eur ida y vuelta, a mi hijo y a mi. Es por ello que este fin de semana de mayo estaba grabado a fuego en nuestro calendario.
UN VIAJE SLOW
Pascui es un chaval activo y con múltiples intereses, que se bebe la vida conforme la ve venir, con lo que hasta unos días antes no supo si se apuntaba al plan. De todas formas que se enrolase en este viaje no cambiaba mucho nuestros planes. Este viaje se planteaba como muchos otros, con la filosofía de compartir experiencias mías con mi hijo, como mi visita anterior a Formentera. La consigna era saborear a tope lugares clave de la isla. No tener la obsesión de visitar la mayor cantidad de sitios o de rellenar el cuentakilómetros.
Pascui a pesar ser diferente a mi (para mejor) , encajaba con nuestro rollo. Además las chicas guapas en bici que yo no viese, me las señalaba él (vimos unas cuantas) con lo que resultaba un complemento ideal. Para mí también estaba el aliciente de visitar la isla fuera de temporada, y hacer un viaje low cost por una isla que es muy cara en verano, y poco accesible fuera de temporada.
SALIDA DIRECTA DESDE DENIA
Esta vez tocó madrugón del bueno, porque a las 8:30 salía el Ferry y teníamos 180 km de carretera por el medio. Mi hijo tenia tanta ilusión que no hizo falta mucho para que saltase de la cama. Como en los grandes viajes, éste empezó con un sobresalto, y es que nos plantamos en el puerto de Denia, sin tener en cuenta que el Formentera Direct, salía de la nueva terminal. Nosotros con las bicis estábamos a 5 minutos, Pascui a pie no estaba claro que llegase. Por suerte un gentil pescador salió en nuestro rescate y llevó en coche a nuestro amigo hasta la terminal de Balearia.
El Formentera Direct era más bien pequeño, pero coqueto…y lo que mas mola es que lleva una cubierta exterior. A poco de salir del puerto de Denia, el ferry puso los motores en velocidad de crucero, y por babor un grupo de unos 8 delfines nos siguió unos instantes. Ver estos animalicos botando en el mar fue un momentazo. Ya que no íbamos a hacer kayak, navegar el mar sin techo ni ventanillas….fue un buen sucedáneo.
A POR FORMENTERA SOLO CON TU BICI
Llegamos al puerto de la Savina con un mar aceitoso, y sin apenas viento… y unas temperaturas casi de verano, condiciones que duraron hasta el final, y que a mi me hicieron lamentar no poder kayakear la isla. Como siempre descender del ferry con tu bici en la mano, para enfrentarte con ella dos días y un puñado de kilómetros por la isla, fue otro momentazo. Mientras iba a comprar agua y comida al super, Pascui se alquilaba una tremenda bicicleta amarilla. Genial para lucir tipito en el paseo marítimo, pero un poco limitada para recorrer los caminos no asfaltados de Formentera. Esto nos condicionó un poco, y tumbó mi idea que traía de casa de hacer rutas fuera del asfalto. Pero mi amigo fue muy feliz con su chica de acero amarillo.
PARADA EN SES ILLETES
Directos, nos fuimos ses Illetes para pasar la tarde. El dilema en una playa tan solitaria era donde plantar nuestro “campamento”. La consigna era emplazar el puesto de mando cerca de chicas, preferiblemente ligeras de ropa. Esta guerra ya no es la mía, pero frente un hijo adolescente, y un Pascui en edad de merecer, lo que yo quisiese o pensase no valía. De todas formas tampoco tuvimos la oportunidad de ser malos, puesto que no vieron ningún objetivo atractivo a tiro. Es por ello que al segundo chapuzón en las aguas turquesa, los bañadores de los tres quedaron heridos de muerte en la arena para el resto del viaje.
La tarde pasó tomando el sol, medio durmiendo y disfrutando de las vistas en ses Illetes. A media tarde mi hijo y yo fuimos caminando hasta el final, justo donde está el paso a Espalmador. Esta isla es uno de los pocos lugares que me queda por visitar en Formentera. He escuchado que la gente cruza a pie, y ese día el mar estaba muy bien. Pero el agua estaba fresquita y con mi hijo no me quería arriesgar. Además las banderas rojas, en ambas orillas acojonaban. Volvimos sobre nuestros pasos, observando las esculturas que un señor hacia amontonando piedras secas y restos que traía el mar.
PUESTA DE SOL EN FORMENTERA
Ya un poco cansados de playa, decidimos ir al hostal Illes Pitiuses donde por 66 eur dormimos y desayunamos mi hijo yo. La idea era quedarnos en Sant Ferrant para esa noche disfrutar de la música en directo en la plaza y del ambiente de la Fonda Pepe. Tras una duchita nos fuimos a ver la puesta de sol cerca de la Savina, al restaurante sa Sequi, porque otros locales de la zona estaban cerrados todavía.
No tuvimos música , pero si puesta de sol , y cervezas en la mano. Y es que como dice Pascui, una puesta de sol con amigos no se compra. A cenar, por buscar algo de bocata y baratito nos fuimos a es Pujols. Cuando llegamos a la plaza de Sant Ferrant, música no había, y ambiente tampoco. Nos tomamos una copa entre bostezos, y nos fuimos a dormir.
EN BICI HASTA EL CAP DE BARBARIA
Al día siguiente el plan fue visitar el cap de Barbaria. Para mi esta es la zona de la isla de más sabor mediterráneo y puede que más auténtica. El paisaje esta lleno de pinos con pinta de haber visto muchas cosas. También hay muchas masías, con pinta de ser habitadas por nativos, y no residentes de ultramar. A mi particularmente me encantan esas higueras trabajadas para ser interminables y dar la mejor de las sombras. El trayecto es de subida muy suave, pero a mi hijo se le atragantó un poco. Daba igual, íbamos muy lentos pero yo saboreaba cada rincón.
Ya cerca del faro, los árboles desaparecen y solo hay piedras y matorral. Un escenario poco acogedor que te hace tener ganas de llegar al famoso faro del cap de Barbaria. Por si eres rarito, y no lo sabes , este faro salía en una escena de la película Lucía y el sexo, donde la chica huía, y terminaba su estampida en el faro. En vez de hacernos las fotos y volver además visitamos la gruta que hay a pie del faro (en la película se supone que la chica cae dentro) .
Luego mi hijo quiso visitar la torre des garrovers. En este punto del viaje mi cámara Sanyo dejó de funcionar al rato de decir «que ganas tengo que se rompa para cambiármela». Y es que como me enseñó Pascui, hay que tener cuidado porque los deseos se pueden hacer realidad en Formentera. Volvimos sobre nuestros pasos hacia Sant Francesc. Ya que íbamos de bajada, me hubiese gustado explorar los caminos de tierra que llevan hacia cala Saona, y luego a can Maroig. Por aquello de explorar nuevos rincones y caminos de la isla, pero otra vez me vi en minoría ante dos críos con hambre y algo cansados. Fue de los pocos chascos del viaje que tuve.
POR LA TARDE EN MIGJORN
Llegamos a ca Mari, y plantamos el tenderete para descansar a la sombra, despreciar la ropa y darnos bañitos. Pese a ser un domingo estaba muy desierta lo que la volvía más especial de lo normal. Sin prisa dimos enormes paseos por turnos a media tarde, hasta que nos cansamos. La playa de Migjorn ocupa casi todo el sur de la isla, y se puede recorrer a pie, muy bien. Fue una pena recoger a eso de las siete de la tarde, porque la brisa paró y quedo la playa mágica.
Se nos hizo duro coger las bicis para volver al hostal. Muy acertadamente nos dimos una duchita y volvimos a la Savina para tomar el ferry, y disfrutar de la puesta de sol, esta vez en la cubierta del barco. El barco salía a las 21:00 lo que nos dio tiempo para apurar los últimos momentos en Formentera.
Podríamos haber visitado más lugares , y haber hecho más kilómetros, pero Formentera es una isla para sentirla, y reírla, con lo que las prisas, penas y agobios se deben dejar en la bodega del barco que te lleva. Visitar Formentera con la bicicleta es una forma de ir con lo imprescindible, para que nada material ni que traemos de casa, nos distraiga las sensaciones de un reducto de naturaleza de los que quedan pocos en el Mediterráneo.
Alguna cosa más nos pasó pero por decoro, no podemos contar, porque «lo que pasa en Formentera, se queda en Formentera». Decir que el mismo trío volvimos a Ibiza y Formentera para la Pitiusona. Para la ocasión nos compramos la guía senderista y de MTB de Ibiza y Formentera, que está genial. Con ella sabes muy bien donde te lleva cada camino, y donde termina.