Hay pocas cosas tan agradables como descubrir las cosas (buenas) por primera vez. Esta ruta por la sierra de Irta, ya la habíamos medio pedaleado, y no iba a ser totalmente novedosa. Peeeeero faltaba en esa lista personal que llevo yo dentro de bolos ciclistas, hacerla hasta el final. Osease llegar de Alcocebre a Peñiscola, por la sierra de Irta. Sin embargo eso implicaba que entre la ida y la vuelta, se nos iba el tema a mas de 30 km. Distancia importante si contamos que hay pequeñas subidas y bajadas. Aparte estaba la incertidumbre de como cruzar la zona de Torre Badum, que se eleva un en un acantilado, y te regala con unas rampas, importantes para nuestro nivel.
SOL EN LA SIERRA DE IRTA
El día ha salido soleado y sin apenas viento. Además el mar (que siempre es objetivo de mis miradas) estaba muy tranquilo. El deseo de haber aprovechado un día así para haber navegado esa costa con mi hijo, estaba ahí. Aunque para ese reto tengo otro plan. Es por ello que iba buscando un sitio donde algún día pernoctar. Pedaleando que te pedalearé, hemos llegado hasta donde lo dejamos la última vez, con lo que poco puedo añadir. De camino nos encontramos varios coches. O muchos mas de los que esperaba, o pude contar. Incluso vi motos.
Una pena, porque un paraje así es una joya. Y si la gente llega fácil, lo hace de forma agresiva, y sin pensar en el siguiente que pueda ir. Resulta increíble que no puedas poner una tienda para acampar una noche. Pero si, que los coches destrocen el camino, dejen un reguero de aceite, o veas el suelo lleno de sapos aplastados. Alguien de los que mandan no deben tener muy clara la diferencia entre parque natural y parque temático.
CALAS DE LA SIERRA DE IRTA
A pesar de los coches, nos hemos parado en cada cala para aspirar el aire del mar y sentir la tranquilidad de sus orillas. Después de pasar nuestro anterior tope (la platja de les Bassetes), hemos continuado, pero con más fuerzas en las piernas, y confianza dentro del casco. A partir de aquí encontramos un tramo largo con firme de tierra en muy buen estado y casi llano. Con el valor añadido que vas entre el mar Mediterráneo y un manto de matorral .Sin dudar el tramo mas bello. Llegados a la platja del Russo, lugar de escala cuando hemos navegado por aquí, hemos parado a comer algo, muy cerca de la orilla. Unas tristes rosquilletas nos han sabido a gloria, y anchoas, y eso que solo eran de cereales. Debía ser el bálsamo del mar.
No era plan de entretenerse mucho, con lo que hemos continuado el camino. La Torre Badum, ha aparecido frente a nosotros cambiando el aspecto de la costa. De playa a acantilado. He aprovechado para que el niño valorase el cambio en la costa de la sierra de Irta. Más que nada, porque daba la casualidad de que lo está estudiando. Y es que eso de pedalear el mundo, fortalece más cosas aparte de las piernas. La subida ha sido menos fuerte de lo que pensaba y estaba con hormigón , lo que ayudaba a ascender. Ha sido emocionante para un tío como yo tener ese nuevo punto de vista de este tramo que he hecho tantas veces en kayak.
LLEGANDO A PEÑÍSCOLA
Tras las fotos de rigor y antes de que me entrase más tontería, hemos hecho un agradable descenso apuntando a la península de Peñiscola. Tras cruzar un barranco ya han comenzado a aparecer chalets y urbanizaciones. Nuestra idea era buscar un lugar en la civilización donde tomar algo . Y no ha sido necesario llegar hasta el pueblo de Peñiscola. Lo romántico hubiera sido haber llegado a los pies de la fortaleza, como si la tuviésemos que tomarla al asalto, pero he preferido ser conservador pensando en las rampas que nos esperaban a la vuelta en Torre Badum.
Es por ello que nos hemos conformado con una fanta y una cerveza en la sombra de una terraza. Creo que es un buena forma de pedalear con niños el ir parando cada hora mas o menos, para desconectar y comer algo. En la última parada del día en la platja del Pebret, nos hemos dedicado a buscar bichos, y conchas. No ha estado mal la batida, y nos hemos llevado nuestro pequeño tesoro. Decir que algunas conchas ya estaban ocupadas, con lo que las hemos devuelto a su lugar.
Unos ligeros repechos se nos han atragantado al llegar a Alcocebre. Señal que el depósito de mi hijo pasaba a la reserva. Pero en esta familia nadie se queda atrás. Así que mientras con un brazo empujaba mi bici, con el otro ayudaba a mi hijo. De esa forma hemos llegado antes, y no se ha deteriorado el orgullo en mi chaval que ha estado como un campeón. Hoy yo he dado un paseo. El un paso de gigante. Esta ruta es un paseo muy recomendable en bici o a pie si estás de turismo en Peñíscola o Alcocebre.